La sujeción de la defensa policial es sumamente importante a la hora de hacer uso de la misma.
En las defensas o “porras” más antiguos tenían en el extremo una badana o pieza que sobresalía a forma de tope en el talón.
Los bastones modernos llevan superficie rayada o estriada para una mejor sujeción, también se usan superficies esponjosas para el mismo fin.
Estas características son básicas para una buena sujeción. Personalmente el rallado longitudinal en forma de surco resulta muy práctico y eficaz.
En las intervenciones policiales donde se hace uso del bastón intervienen varios aspectos ajenos a la propia intervención pero que influyen en la misma, una es la fisiológica. La sudoración en las manos, la descarga de adrenalina, la focalización en la intervención hace que la sujeción de la defensa policial pase a un segundo plano.
El agarre inicial junto con el desenfunde es fundamental entrenarlos para mecanizarlos. Una sujeción débil o incorrecta hará que pueda caer.
Dos aspectos que tendremos en cuenta, el amarre de la defensa de forma que sobresalga la mano del talón del mismo es incorrecto hace inestable la sujeción. La sujeción cerca del centro de la defensa hace que se pierda longitud, perdiendo operatividad.
En tiempos pasado las defensas policiales venían dotadas de una lazada o tira de cuero que tenía la misión de amarrarla a la mano para que en caso de ser cogida con intención de ser arrebatada le proporcionaba una especie de seguro impidiendo en algunos casos dicha acción, en otros casos la forma de enlazarla a la mano la hacía tan justa que si la arrebataban y tiraban, podían tirar incluso arrastrar al agente hasta que esta se rompía o se soltaba de la mano.